Cada primavera, las consultas se llenan de personas con ojos llorosos, congestión nasal, picores o irritación en la piel. Se habla de alergias, de polen, del sistema inmunológico. Pero, más allá de los síntomas, ¿qué pasaría si comenzáramos a preguntarnos: “¿Qué está tratando de decirme mi cuerpo con esta reacción?”
Desde la biodescodificación, una alergia no se considera un error del cuerpo, sino una respuesta de defensa ante algo que en algún momento fue vivido como una amenaza emocional. Esta perspectiva no busca negar la biología ni los tratamientos médicos, sino abrir una segunda capa de comprensión, más simbólica y profunda. Algunas preguntas que pueden abrir ese espacio de reflexión:
El sistema inmunológico aprende. Guarda registros, no solo de virus o bacterias, sino también de eventos vividos con alto impacto emocional. En algunos casos, puede volver a activarse ante estímulos que evocan ese recuerdo inconsciente, como si aún existiera una amenaza. Por ejemplo:
Esto no significa que las alergias “no existan”, ni que tengan una única causa emocional. Tampoco se trata de responsabilizar al paciente. Se trata de ofrecer una visión más amplia, donde la medicina y la conciencia puedan trabajar juntas. Lo físico se trata. Lo emocional se escucha.
El cuerpo muchas veces habla en un lenguaje simbólico, que debemos comprender. Sanar no siempre es eliminar un síntoma. A veces, sanar es descubrir el mensaje que ese síntoma trae. Por eso, si estás atravesando un proceso alérgico, más allá de aliviarlo, quizá sea útil preguntarte: ¿hay algo que me irrita, que siento invasivo o que mi cuerpo percibe como una amenaza? Acompañarte a escuchar ese mensaje, sin juicio, es parte de nuestro propósito. Porque el camino de la salud también puede empezar por mirar dentro.