Imagínate a un barco amarrado al puerto. Tiene todo listo: un timón firme, las velas desplegadas y una tripulación preparada para zarpar hacia nuevos horizontes. Pero justo antes de partir, alguien, sin que nadie lo note, suelta un ancla al fondo del mar. El barco se mueve, parece avanzar, pero no puede ir muy lejos. ¿Te resulta familiar? A veces, somos ese barco, y el ancla invisible que nos retiene se llama autoboicot.
El autoboicot es ese hábito sutil y, a menudo, inconsciente de sabotearnos justo cuando estamos a punto de crecer o cambiar. Elegimos escapar antes que enfrentar lo que nos desafía, posponemos decisiones importantes o encontramos excusas para quedarnos en nuestra zona de confort. ¿Por qué lo hacemos? En este artículo reflexionamos sobre este fenómeno, por qué ocurre y cómo podemos liberarnos de ese ancla.
El autoboicot no es una decisión consciente, sino una reacción de nuestro cerebro a la incomodidad que provoca el cambio. Lo vemos en consulta constantemente, cuando alguien observa su problema y toca enfrentarse a algo nuevo o desafiante hace "bomba de humo", ¿porqué sucede?, nuestro cerebro percibe peligro, aunque ese peligro sea irracional. Cambiar significa salir de lo conocido, y lo conocido, aunque no sea ideal, es "seguro".
Para entender este proceso debemos entender que el cerebro humano prioriza la supervivencia por encima del crecimiento. El cambio activa nuestra amígdala, generando una respuesta de miedo o huida, incluso si el desafío no es una amenaza real. Así, preferimos postergar, evitar, escapar de lugares de crecimiento o distraernos para no sentir esa incomodidad. Muchas de estas evasiones derivan en la búsqueda de gratificación instantánea, las pantallas, las drogas, el alcohol.
Este autoboicot puede manifestarse de modos muy sutiles, procrastinación, convencernos de que estaremos mejor sin ningún cambio, o búsqueda constante de perfección. Seguro que conoces a alguna persona que esperando el momento perfecto para dejar de fumar, cuando decide dejarlo siempre surge algo que le sirve para seguir fumando.
En general, nos gusta poco escuchar que nosotros mismos decidimos vivir estas situaciones como excusas y eso provoca seguir haciendo lo que estábamos haciendo hasta ahora, pero permitiéndonos seguir estando en la posición de victima, buscando responsables externos.
Liberarse del autoboicot no es un proceso instantáneo, pero es posible con práctica, consciencia y acción. Aquí hay algunas claves para comenzar:
El primer paso para liberarte del autoboicot es identificar en qué áreas de tu vida estás estancado y qué miedos o excusas te están reteniendo.
"Si llevas mucho tiempo queriendo que tu vida cambie, que tu madre cambie, que tu hijo cambie, etc. pero tu no has cambiado nada, ¿adivina qué toca? "
En lugar de seguir justificando puedes preguntarte:
A menudo, nuestro mayor enemigo está en nuestra mente. El autoboicot florece con frases como: "No voy a lograrlo", bueno "quizás asi no estoy tan mal". Cambia ese diálogo por preguntas poderosas:
El cerebro no teme tanto los pequeños movimientos como los grandes saltos. Divide tus metas en pasos alcanzables y celebra cada logro, por pequeño que sea.
Hablar con alguien en quien confíes, un amigo, un mentor, un terapeuta, puede ayudarte a ver tus patrones de autoboicot desde otra perspectiva y a superarlos con estrategias concretas, pero debes estar dispuesto a escuchar verdades incómodas.
El precio del autoboicot: una falsa seguridad
El autoboicot nos promete una falsa sensación de seguridad, pero esa seguridad viene con un precio: renunciar a lo que realmente queremos. Cada vez que elegimos escapar en lugar de enfrentar el cambio, le decimos al mundo (y a nosotros mismos) que no somos capaces. Pero la verdad es otra: somos mucho más capaces de lo que creemos.La próxima vez que te encuentres a punto de escapar, recuerda el barco amarrado en el puerto. No nacimos para quedarnos en el mismo lugar. Nacimos para zarpar, para explorar, para crecer. Soltar el ancla puede dar miedo, pero también es el único camino hacia un horizonte más grande.